martes, 6 de mayo de 2014


El Cine Documental como instrumento propagandístico, político y cultural

El cine documental ha sido utilizado a lo largo de la historia con fines propagandísticos, tratando de vender ideas políticas o sociales a través de la imagen. “El triunfo de la Voluntad” de Leni Riefenstahl se sigue considerando como el mejor documental propagandístico de la historia del cine. Con una asombrosa cantidad de medios técnicos y su incuestionable dominio del lenguaje cinematográfico, Riefenstahl narra el desarrollo del congreso nacionalsocialista que se celebra en la ciudad bávara de Nüremberg durante el año 1934.

Cabe señalar que Hitler eligió esta ciudad para la celebración de los congresos, por su importancia como ciudad de paso en el Sacro Imperio Romano, también conocido como Primer Reich. Curiosamente, esta ciudad, símbolo del esplendor nacionalsocialista, pasó a convertirse en toda una metáfora del poder devastador de las políticas totalitaristas. Aquí se celebraron los famosos juicios a varios dirigentes nazis y decenas de películas nos muestran una Nüremberg completamente arrasada tras la guerra (durante un bombardeo el 2 de enero de 1945, el 90% de la ciudad medieval fue destruida en una hora).

Los miembros del partido nazi se nos presentan en el documental como un microcosmos de la ciudadanía alemana, del pueblo alemán. Se trata de una microsociedad unida y ordenada, alegre, curiosa y bulliciosa, que deposita su confianza en aquella persona que ha hecho al pueblo alemán resurgir de sus cenizas, devolviéndoles la seguridad en sí mismos y la esperanza en el futuro, el fürher, Adolf Hitler.

En el caso de Latinoamérica el nuevo cine latinoamericano se adapta a los cambios políticos y culturales que surgen en los países a partir de la década del 50 y el cine y sus creadores buscan escapar de los cánones de producción y temáticas impuestos particularmente por Hollywood. Comienza también un singular proceso de indagación cinematográfica que busca reflejar las nuevas realidades de los países que se precipitaban a un cambio de paradigmas.

Cada uno de estos países consigue esa expresión de diferentes modos. En algunos casos son búsquedas individuales, como podría mencionarse a Miguel Littin o Patricio Kaulen en Chile, Marta Rodríguez en Colombia o Román Chalbaud en Venezuela; en Brasil en cambio, esta experimentación englobó a varios directores como Glauber Rocha, Nelson Pereira Dos Santos o Joaquín Pedro de Andrade entre otros.

Surgen diferentes líneas netamente partidarias o ideológicas, uno es el Grupo Cine de la Base, referente de la izquierda, encabezado por Raymundo Glaizer, quien sería desaparecido el 27 de mayo de 1976, apenas a dos meses de iniciada la atroz dictadura en Argentina.

Algunos de los documentales más conocidos de estos grupos fueron Testimonios de Tucumán y Actualización Política para la Toma del Poder y Perón, la Revolución Justicialista. Estos además de una serie de películas con alto contenido social y un claro mensaje político, entre ellas Las cosas ciertas (1965) y El camino hacia la muerte del viejo reales (1968).

 
Cine documental en Venezuela, orígenes y sus exponentes
El primer registro fílmico que se hizo en Venezuela fue realizado en el año 1897 por el periodista Manuel Trujillo Durán: Muchachos bañándose en la Laguna de Maracaibo y Célebre especialista sacando muelas en el Gran Hotel Europa, fueron las primeras películas de no ficción realizadas en territorio venezolano, a las que le seguirían decenas que se mantendrían bajo el mismo perfil que la de los Lumière, como simples experimentos visuales.
 De la misma manera, el cine estuvo destinado a ser utilizado como un instrumento para registrar el acontecer político nacional, a través de la realización de producciones de actualidades que acompañaban las distintas actividades de los presidentes. Cipriano Castro, Juan Vicente Gómez, Eleazar López Contreras, Isaías Medina Angarita y Marcos Pérez Jiménez, fueron algunos de los que pudieron contar con las maravillosas bondades del registro fílmico, materiales que posteriormente serían utilizados con distintos fines, principalmente institucionales.
 Araya (1959) de Margot Benacerraf, podría tomarse como el inicio de la realización documental como género cinematográfico en el país, no obstante dicha obra no fue vista sino hasta el año 1977 , período durante el cual otros realizadores se aventuraron en el campo cinematográfico logrando excelentes obras de carácter documental.
La década de los años sesenta moldeó la identidad del cine documental nacional, donde cineastas como Jesús Enrique Guédez, Carlos Rebolledo, Jorge Solé, Donald Myerston Jacobo Borges, Alfredo Anzola y Luis Armando Roche entre otros, se convirtieron en algunos de los mayores exponentes de este cine y fueron los responsables de concederle un carácter al mismo. Un carácter definido por los cambios sociales que se vivían en el país y que no estaban tan alejados de lo que sucedía en el resto del continente.
El cine venezolano estaba enmarcado dentro de lo que habría sido identificado como el “Cine del Tercer Mundo”, un cine que expresaba la lucha de los países subdesarrollados por encontrar su identidad, un cine de gran crítica social que simbolizaba aquella búsqueda de la independencia cultural de los países, de sus dinámicas políticas, económicas y sociales.
La primera edición de la Muestra de Cine Documental Latinoamericano realizado en la ciudad de Mérida en el año 1968, surge por la necesidad de convocar a aquellos cineastas que a mediados de los años 50 registraron la realidad latinoamericana expresando sus crisis, sus movimientos sociales y sus luchas revolucionarias insurgentes.
Pozo muerto, de Carlos Rebolledo, La ciudad que nos ve e Imagen de Caracas, de Jesús Enrique Guédez, son algunos de los documentales producidos durante años de conflicto social que atravesó el país durante las décadas de los sesenta y setenta, donde se demostraban los cambios y las consecuencias del devenir político y económico de la época.
Se desarrolló un movimiento político y cultural comprometido con los cambios sociales que enfatizaban los pensamientos de izquierda a través de sus films.
Desde la década de los sesenta, hasta nuestros días se han producido centenares de obras documentales y aunque han pasado más de cuatro décadas, los temas sociales siguen siendo los más atractivos para los cineastas.
 



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