El Cine
Documental como instrumento propagandístico, político y cultural
El cine
documental ha sido utilizado a lo largo de la historia con fines
propagandísticos, tratando de vender ideas políticas o sociales a través de la
imagen. “El triunfo de la Voluntad” de Leni Riefenstahl se sigue considerando
como el mejor documental propagandístico de la historia del cine. Con una
asombrosa cantidad de medios técnicos y su incuestionable dominio del lenguaje
cinematográfico, Riefenstahl narra el desarrollo del congreso
nacionalsocialista que se celebra en la ciudad bávara de Nüremberg durante el
año 1934.
Cabe señalar
que Hitler eligió esta ciudad para la celebración de los congresos, por su
importancia como ciudad de paso en el Sacro Imperio Romano, también conocido
como Primer Reich. Curiosamente, esta ciudad, símbolo del esplendor nacionalsocialista,
pasó a convertirse en toda una metáfora del poder devastador de las políticas
totalitaristas. Aquí se celebraron los famosos juicios a varios dirigentes
nazis y decenas de películas nos muestran una Nüremberg completamente arrasada
tras la guerra (durante un bombardeo el 2 de enero de 1945, el 90% de la ciudad
medieval fue destruida en una hora).
Los miembros
del partido nazi se nos presentan en el documental como un microcosmos de la
ciudadanía alemana, del pueblo alemán. Se trata de una microsociedad unida y
ordenada, alegre, curiosa y bulliciosa, que deposita su confianza en aquella
persona que ha hecho al pueblo alemán resurgir de sus cenizas, devolviéndoles
la seguridad en sí mismos y la esperanza en el futuro, el fürher, Adolf Hitler.
En el caso de Latinoamérica el nuevo cine
latinoamericano se adapta a los cambios políticos y culturales que surgen en
los países a partir de la década del 50 y el cine y sus creadores buscan escapar
de los cánones de producción y temáticas impuestos particularmente por
Hollywood. Comienza también un singular proceso de indagación cinematográfica
que busca reflejar las nuevas realidades de los países que se precipitaban a un
cambio de paradigmas.
Cada uno de estos países consigue esa
expresión de diferentes modos. En algunos casos son búsquedas individuales,
como podría mencionarse a Miguel Littin o Patricio Kaulen en Chile, Marta
Rodríguez en Colombia o Román Chalbaud en Venezuela; en Brasil en cambio, esta
experimentación englobó a varios directores como Glauber Rocha, Nelson Pereira
Dos Santos o Joaquín Pedro de Andrade entre otros.
Surgen diferentes líneas netamente partidarias o ideológicas, uno
es el Grupo
Cine de la Base, referente de la izquierda, encabezado por
Raymundo Glaizer, quien sería desaparecido el 27 de mayo de 1976, apenas a dos
meses de iniciada la atroz dictadura en Argentina.
Algunos de los documentales más conocidos de estos grupos fueron Testimonios de Tucumán y Actualización Política para
la Toma del Poder y Perón, la
Revolución Justicialista. Estos además de una serie de películas con alto
contenido social y un claro mensaje político, entre ellas Las cosas ciertas (1965) y El camino hacia la muerte del viejo reales
(1968).
Cine documental en
Venezuela, orígenes y sus exponentes
El primer registro fílmico
que se hizo en Venezuela fue realizado en el año 1897 por el periodista Manuel
Trujillo Durán: Muchachos bañándose en
la Laguna de Maracaibo y
Célebre especialista sacando muelas en
el Gran Hotel Europa, fueron las primeras películas de no ficción
realizadas en territorio venezolano, a las que le seguirían decenas que se
mantendrían bajo el mismo perfil que la de los Lumière, como simples
experimentos visuales.
La década de los años
sesenta moldeó la identidad del cine documental nacional, donde cineastas como
Jesús Enrique Guédez, Carlos Rebolledo, Jorge Solé, Donald Myerston Jacobo
Borges, Alfredo Anzola y Luis Armando Roche entre otros, se convirtieron en
algunos de los mayores exponentes de este cine y fueron los responsables de concederle
un carácter al mismo. Un carácter definido por los cambios sociales que se
vivían en el país y que no estaban tan alejados de lo que sucedía en el resto
del continente.
El cine venezolano estaba
enmarcado dentro de lo que habría sido identificado como el “Cine del Tercer
Mundo”, un cine que expresaba la lucha de los países subdesarrollados por
encontrar su identidad, un cine de gran crítica social que simbolizaba aquella
búsqueda de la independencia cultural de los países, de sus dinámicas
políticas, económicas y sociales.
La primera edición de la
Muestra de Cine Documental Latinoamericano realizado en la ciudad de Mérida en
el año 1968, surge por la necesidad de convocar a aquellos cineastas que a
mediados de los años 50 registraron la realidad latinoamericana expresando sus
crisis, sus movimientos sociales y sus luchas revolucionarias insurgentes.
Pozo
muerto, de Carlos Rebolledo, La
ciudad que nos ve e Imagen de
Caracas, de Jesús Enrique Guédez, son algunos de los documentales
producidos durante años de conflicto social que atravesó el país durante
las décadas de los sesenta y setenta, donde se demostraban los cambios y
las consecuencias del devenir político y económico de la época.
Se desarrolló un movimiento político y cultural
comprometido con los cambios sociales que enfatizaban los pensamientos de
izquierda a través de sus films.
Desde la década de los
sesenta, hasta nuestros días se han producido centenares de obras documentales
y aunque han pasado más de cuatro décadas, los temas sociales siguen siendo los
más atractivos para los cineastas.